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El Laverinto Del Eclipse-Chapter 18: Capítulo 6 – La Llamada del Eclipse
Chapter 18 - Capítulo 6 – La Llamada del Eclipse
El asentamiento se sumió en un silencio pesado después del ataque. Los sobrevivientes recogían los cuerpos de los muertos, mientras el miedo se asentaba en cada rostro. Nadie estaba acostumbrado a ver un corredor espectral tan de cerca y seguir con vida.
Kai y Lía se quedaron junto a la fogata, donde la mujer de cabello corto los observaba con una mezcla de respeto y desconfianza.
—Han peleado bien —dijo, limpiando su cuchillo—. No muchos sobreviven a un encuentro con esas cosas.
—¿Cuántos más hay? —preguntó Lía, aún con la ballesta en mano.
La mujer se encogió de hombros.
—No lo sabemos. Los Heraldos del Eclipse parecen estar soltándolos cerca de los asentamientos. Creemos que los han domesticado... o algo peor.
Kai frunció el ceño.
—¿Cómo que domesticado?
Antes de que la mujer pudiera responder, un sonido retumbó en el aire. Un estruendo lejano, como un trueno desgarrando el cielo. Las luces del asentamiento parpadearon violentamente.
Los sobrevivientes se miraron con terror.
—No... —susurró alguien.
Un anciano que estaba junto a la fogata se levantó de golpe. Sus ojos estaban llenos de pánico.
—El Eclipse está llamando.
Kai sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo iba muy mal.
Lía se tensó y tomó a Kai del brazo.
—Tenemos que salir de aquí.
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Pero antes de que pudieran moverse, la tierra tembló.
Un sonido gutural resonó en el aire. Un aullido bajo, inhumano, que parecía venir de todas partes a la vez.
Kai sintió cómo un escalofrío le recorría la nuca.
—No puede ser...
Los sobrevivientes corrieron en todas direcciones. Algunos agarraban armas, otros simplemente huían.
Y entonces, la muralla explotó.
Un grupo de figuras entró en el asentamiento. Eran humanos, pero algo en ellos estaba... roto.
Sus cuerpos estaban cubiertos de tatuajes oscuros, con cicatrices en sus rostros y piel pálida por la falta de sol. Llevaban armaduras improvisadas y armas cubiertas de sangre seca.
Eran los Heraldos del Eclipse.
—¡Entréguenlos! —gritó uno de ellos, con la voz deformada por el odio—. ¡Dénnos a los que mataron a nuestro enviado!
Kai y Lía se quedaron inmóviles.
—Nos están buscando —susurró Lía.
Los Heraldos avanzaron lentamente. La líder del grupo, una mujer alta con un abrigo negro, levantó la mano.
—Sabemos que están aquí, Kai, Lía.** El Eclipse los quiere.**
Kai apretó los dientes. No tenían elección. Tenían que pelear.
Lía levantó su ballesta y disparó la primera flecha. Golpeó a uno de los Heraldos en el cuello, haciéndolo caer al suelo.
—¡Muévanse! —gritó la mujer de cabello corto.
El asentamiento se convirtió en un campo de batalla. Los sobrevivientes intentaron resistir, pero los Heraldos eran demasiado fuertes. Sus armas eran antiguas, pero mortales.
Kai se lanzó contra uno de ellos, esquivando un machetazo. Clavó su propia arma en el estómago del enemigo y lo empujó contra una pared.
Lía disparó una segunda flecha, pero otro Heraldo la atrapó del brazo y la arrojó contra una mesa.
Kai corrió hacia ella, pero algo lo detuvo.
Un zumbido.
El cielo se oscureció de golpe.
Y entonces, la niebla negra se extendió sobre ellos.
Los Heraldos sonrieron.
—El Eclipse los ha encontrado.
Kai apenas pudo reaccionar antes de que la oscuridad lo devorara.