El Laverinto Del Eclipse-Chapter 8: Capítulo 2 – Sombras en la Noche

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Chapter 8 - Capítulo 2 – Sombras en la Noche

El asentamiento se sentía tenso.

Después de que Dante les explicara la desaparición de los exploradores, Kai y Lía fueron llevados a una pequeña cabaña en el borde del asentamiento. Era un lugar sencillo, sin lujos, pero al menos tenía un techo y algo de seguridad.

Lía dejó caer su mochila en un rincón y se masajeó los hombros.

—No me gusta este lugar.

Kai estaba junto a la ventana, observando a los habitantes. Algunos los miraban con curiosidad. Otros con desconfianza.

—A mí tampoco —admitió—. Pero es mejor que estar en medio del bosque sin provisiones.

Lía suspiró y se dejó caer sobre un colchón raído.

—¿Crees que los exploradores fueron secuestrados?

Kai se quedó en silencio por un momento antes de responder.

—No lo sé. Pero dudo que simplemente se hayan perdido.

Un fuerte golpe en la puerta los sobresaltó.

—¡Muevan el culo! —Era la voz de Dante—. Si quieren quedarse, van a trabajar.

Lía gruñó, pero se puso de pie. No tenían opción.

Horas después – Patrulla nocturna

La luna estaba alta cuando Kai y Lía fueron asignados a la patrulla nocturna junto a dos hombres del asentamiento: Iván y Roan.

Iván era alto y fornido, con el cabello rapado y una cicatriz en la mandíbula. Roan, en cambio, era más delgado y nervioso, con una venda sucia cubriendo su antebrazo.

—Escuchen bien —dijo Iván mientras caminaban por la muralla exterior—. Aquí no se jode con la noche.

Lía arqueó una ceja.

—¿Por qué?

Iván la miró con seriedad.

—Porque los que desaparecen no gritan.

Un escalofrío recorrió la espalda de Kai.

—¿Qué quieres decir con eso?

Roan tragó saliva.

—Si los infectados atacaran, escucharíamos los gritos. Pero cuando alguien desaparece aquí... simplemente se va.

Lía cruzó los brazos.

—¿Han revisado fuera de los muros?

Iván asintió.

—No encontramos nada.

El viento sopló fuerte, haciendo crujir la muralla.

Fue entonces cuando se escuchó el sonido.

Un susurro, bajo y arrastrado, como si alguien hablara desde la oscuridad.

Kai desenfundó su cuchillo.

—¿Oyeron eso?

Los demás asintieron, tensos. El sonido provenía del bosque.

—Voy a ver —susurró Roan, avanzando con cautela.

Iván intentó detenerlo.

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—¡Espera, idiota!

Pero Roan ya se había alejado unos pasos.

El susurro se hizo más fuerte. Algo se movió entre los árboles.

Y entonces, Roan fue arrastrado en un parpadeo.

Unas sombras salieron de entre los arbustos, envolviéndolo en un movimiento imposible de seguir. Un chasquido. Un grito ahogado. Y luego... nada.

—¡Mierda! —Kai corrió hacia el borde de la muralla, pero no había rastros de Roan. Solo la maleza temblando.

Iván maldijo y sacó su rifle.

—¡No dispares! —susurró Lía.

—¿Por qué carajo no? —gruñó Iván.

—Porque no sabemos contra qué estamos luchando —susurró Kai.

El bosque volvió a quedar en silencio.

Pero esta vez, el silencio era peor que cualquier ruido.