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El Laverinto Del Eclipse-Chapter 25: Capítulo 7 – El Juramento del Amanecer
Chapter 25 - Capítulo 7 – El Juramento del Amanecer
La noche había caído sobre el Último Bastión, pero en el interior del laboratorio abandonado, una tenue luz de las primeras horas comenzaba a colarse entre las grietas. El ambiente era frío y silencioso, salvo por el murmullo constante de la maquinaria rota y el distante eco de disparos que aún se oía en el exterior. En medio de esa calma tensa, el grupo se reunió una vez más en la sala principal, donde los restos de los experimentos y documentos rotos servían de testigos de secretos oscuros y dolorosos.
Kai, Lía, Roldán, Marcos y Ana se acomodaron en torno a una mesa improvisada. El rostro de cada uno mostraba el peso de las pérdidas recientes: la muerte de compañeros, la traición de aquellos que se habían ganado la confianza, y la incertidumbre sobre el futuro. Sin embargo, en medio de ese dolor, algo parecía brillar sutilmente, una determinación compartida que los impulsaba a seguir adelante.
—Mañana, al amanecer, partiremos nuevamente hacia el laboratorio subterráneo —anunció Roldán con voz firme—. Tenemos que recolectar toda la información posible sobre la "marca" y los experimentos del Proyecto Génesis. Esa es la única forma de detener el avance del virus Eclipse.
Mientras los demás se preparaban en silencio, Kai se apartó a un lado, y Lía se le acercó lentamente. El ambiente estaba impregnado de una fragilidad que parecía contradecir la brutalidad de lo ocurrido. En la penumbra de una esquina, bajo la luz parpadeante de una lámpara rota, se miraron en silencio.
—Lía —dijo Kai en voz baja, casi con recelo, —no sé qué nos espera afuera. Cada vez que pienso en todo lo que hemos perdido, siento que mi corazón se rompe un poco más. Pero mientras estemos juntos, creo que hay una razón para seguir luchando.
Lía asintió lentamente, apretando su mano contra la de él.—No es solo la lucha contra el virus —respondió con sinceridad—. Es la lucha por recordar quiénes somos. No importa cuánto el mundo se desmorone, lo que compartimos nos hace humanos.Kai la miró con intensidad, sus ojos buscando una respuesta en los de ella.—Prométeme que, pase lo que pase mañana, no dejaremos que la oscuridad nos consuma.Lía sonrió suavemente, una sonrisa melancólica que llevaba consigo la fragilidad y la fuerza de su espíritu.—Te lo prometo, Kai. No dejaremos que nada borre lo que aún tenemos.
En ese instante, mientras las palabras flotaban en el aire, el sonido de un disparo lejano sacudió el silencio, recordándoles que el peligro nunca estaba muy lejos. La reunión se dispersó rápidamente y cada uno volvió a sus tareas, pero el intercambio entre Kai y Lía quedó grabado en el ambiente, como una pequeña luz en medio de la penumbra.
Horas más tarde, ya en sus aposentos, Kai y Lía se encontraban sentados frente a una ventana rota. El amanecer comenzaba a asomar, tiñendo el horizonte de un gris apagado que presagiaba tanto la tristeza como la esperanza de un nuevo día. Kai observaba el paisaje, mientras Lía repasaba unos documentos que habían recogido del laboratorio.
—Los informes mencionan una "marca" que se activa durante situaciones de alto estrés —comentó Lía, sin levantar la vista—.Kai se giró para mirarla.—¿Crees que esa marca se manifieste en nosotros? ¿Que tal vez... se nos esté señalando de alguna manera?Lía dudó un instante y luego negó con la cabeza.—No lo sé. Pero si es así, quizás no sea una maldición, sino una señal de que podemos controlar el virus, de que podemos resistir su influencia.Kai suspiró, sintiendo el peso de las incertidumbres.—Cada día me pregunto si la verdad es algo que nos liberará o si, al revelarla, nos condenará aún más.Lía puso su mano sobre la de él, su toque suave y reconfortante.—La verdad duele, pero es la única vía para cambiar lo que somos. Debemos enfrentarnos a ella, sin importar lo que signifique para nosotros.
El sonido distante de pasos y conversaciones interrumpió su intimidad. El grupo ya se preparaba para partir. Roldán había convocado a la expedición, y los demás estaban reuniéndose en la sala principal para ultimar detalles. Kai se levantó, sabiendo que la misión que les esperaba no era solo física, sino también una confrontación con sus propios demonios.
—Vayamos —dijo, mirando a Lía con determinación—. Recordemos lo que hemos prometido.Lía asintió.—Siempre juntos.
El grupo salió del Bastión en formación, dejando atrás el refugio temporal y adentrándose en el mundo exterior, donde la niebla y las ruinas eran testigos de una lucha eterna. Mientras caminaban por calles que una vez estuvieron llenas de vida, el ambiente era sombrío, pero cada paso era un recordatorio de que aún quedaba esperanza. Los murmullos del viento se mezclaban con el zumbido distante de la maquinaria olvidada y el eco de los disparos que aún se oían de las batallas anteriores.
En una de las avenidas, un grupo de Heraldos del Eclipse patrullaba la zona. Su presencia era imponente y su disciplina, aterradora. Los Heraldos se movían en formación cerrada, sus rostros ocultos tras máscaras oscuras, y en sus manos se podía ver el brillo de armas afiladas. Uno de ellos, con voz dura, gritó una orden que resonó en la calle:—¡No permitiremos la traición! ¡El Eclipse llama a los leales!
El grupo de la expedición se tensó, y Roldán asintió con severidad.—Mantengan la formación. No se separen.
El enfrentamiento fue inminente. Kai y Lía se prepararon para lo que fuera, sabiendo que cada segundo contaba. En ese momento, mientras se acercaban a una intersección, Lía tomó la mano de Kai una última vez, como queriendo grabar en su mente esa promesa silenciosa.—Recuerda, lo que nos une es más fuerte que cualquier oscuridad —dijo ella, con la voz baja pero firme.
Kai asintió, y juntos, con el corazón lleno de determinación y la mente preparada para la batalla, avanzaron hacia el inminente choque.—Si caemos, que caigamos sabiendo que lo dimos todo —murmuró Kai, con la mirada fija en el horizonte.
El estruendo de la confrontación se hizo presente cuando los Heraldos y la expedición se encontraron en la intersección. Los gritos, los disparos y el choque de armas llenaron el aire. Durante el breve enfrentamiento, entre el estruendo y la confusión, Kai y Lía se mantuvieron unidos, sus miradas cruzándose en medio del caos, recordándose mutuamente la importancia de su compromiso y de la verdad que buscaban.
Después de lo que parecieron eternos minutos de lucha, el estruendo comenzó a ceder. Los Heraldos, al ver que la expedición no se quebrantaría, retrocedieron momentáneamente, permitiendo que el grupo se reorganizara. En ese instante de pausa, Kai y Lía se encontraban en un breve respiro, juntos, en medio de la furia y el dolor.—Lo haremos, Lía —dijo Kai, con voz segura, aunque sus ojos traicionaban el cansancio—. No importa cuántas veces caigamos, seguiremos adelante, porque juntos somos la esperanza de lo que queda de la humanidad.Lía apretó la mano de Kai, sin soltarla.—Siempre lo haremos —respondió suavemente—.
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La batalla se desvaneció en un eco lejano, pero la determinación del grupo solo se fortaleció. El amanecer comenzaba a teñir el cielo de un gris pálido, y aunque el camino hacia el laboratorio estaba lleno de peligros, cada paso que daban era una declaración de guerra contra el Eclipse. La verdad, por dolorosa que fuera, era su única arma contra la oscuridad que amenazaba con consumirlos.
Mientras el grupo se preparaba para continuar la expedición, Kai y Lía se tomaron un momento en un rincón apartado del tumulto.—Prométeme, Lía —susurró Kai—, que pase lo que pase, no dejaremos que este mundo nos cambie hasta el fondo.Lía lo miró con seriedad, sus ojos reflejando tanto la fatiga como la inquebrantable fuerza interior.—Te lo prometo, Kai. No perderemos lo que nos hace humanos.La promesa quedó en el aire, silenciosa pero poderosa, y en ese instante, supieron que, sin importar lo que enfrentaran, su vínculo sería el faro que los guiaría a través de la oscuridad.
Con el amanecer asomándose y el grupo listo para continuar, el laboratorio y sus secretos oscuros les esperaban. El futuro era incierto, pero el juramento que habían hecho, en medio del dolor y la lucha, era la única certeza que tenían.Y así, con el corazón encendido por la determinación, Kai y Lía se unieron al grupo para descender a las profundidades del laberinto de la verdad, sabiendo que, juntos, podrían desafiar incluso el destino marcado por el Eclipse.