©Novel Buddy
El Laverinto Del Eclipse-Chapter 26: Capítulo 8 – El Descenso del Abismo
Chapter 26 - Capítulo 8 – El Descenso del Abismo
El amanecer se había disipado por completo, y una luz tenue y grisácea inundaba el Último Bastión. Tras el juramento silencioso de Kai y Lía, el grupo se dispuso a cumplir su misión: descender hacia las profundidades del laboratorio abandonado, donde se ocultaban los oscuros secretos del virus Eclipse. La atmósfera era densa, cargada de humedad y el inconfundible olor a metal oxidado. Cada paso resonaba en los pasillos de piedra y hormigón, recordándoles que estaban dejando atrás lo familiar para adentrarse en lo desconocido.
Roldán, con una mirada decidida, lideró la expedición mientras Marcos, Esteban y algunos otros miembros armados avanzaban en formación. Kai y Lía caminaban en la retaguardia, sus rostros marcados por la determinación y la fatiga acumulada de batallas previas. La entrada al laboratorio se alzaba imponente, semioculta entre escombros y cables colgantes, con grandes puertas metálicas corroídas por el tiempo y grabados en un idioma olvidado.
—Estamos a punto de cruzar un umbral sin retorno —comentó Roldán, con voz grave, mientras se detenía unos instantes frente a las puertas—. Una vez que entremos, cada paso revelará más de la verdad, y no prometo que sea algo que puedan soportar.
Kai asintió con seriedad, sintiendo que cada palabra de Roldán reafirmaba la magnitud del peligro que enfrentaban. Lía, por su parte, se quedó mirando fijamente las puertas, como si intentara descifrar los símbolos tallados en el metal. En ese momento, Esteban, aún tembloroso pero con voz decidida, intervino:
—He leído en los informes que estas puertas fueron diseñadas para sellar experimentos que salieron mal. Dicen que tras ellas se ocultan no solo datos, sino también la esencia de lo que se transformó el virus. Es como si el laboratorio mismo quisiera mantener esos secretos enterrados.
La tensión aumentó en el grupo. Roldán miró a Kai y Lía antes de continuar: —Si algo nos dice que aquí encontraremos la respuesta, es que el virus no es solo una plaga, sino una herramienta. Una herramienta que alguien utilizó con fines siniestros. Y si queremos detener esto, debemos comprender esa herramienta.
Kai tragó saliva y, con voz baja, añadió: —El Eclipse nos marcó a todos. Cada herida, cada cicatriz, incluso esa extraña sensación en mi piel cuando la niebla se espesa... ¿Podría ser que todos estemos de alguna manera conectados a esto?
Lía tomó la mano de Kai, apretándola suavemente: —No lo sé, pero lo que sí tengo claro es que debemos descubrirlo. Si hay una forma de detener este ciclo de destrucción, está aquí, en este laboratorio.
El grupo se preparó para la entrada. Con un esfuerzo conjunto, empujaron las pesadas puertas metálicas. El chirrido prolongado se mezcló con el eco de sus pasos y el lejano zumbido de maquinaria en ruinas. Al cruzar el umbral, fueron recibidos por una inmensa sala subterránea, en la que las paredes estaban cubiertas de fórmulas y diagramas dispersos, parcialmente iluminados por las luces intermitentes de paneles eléctricos dañados.
La sala parecía un santuario del conocimiento olvidado. En el centro, sobre un pedestal corroído, reposaba un gran monitor que parpadeaba con imágenes borrosas. Marcos se adelantó y se agachó para examinar unos papeles amontonados junto al monitor.
—Aquí se habla de la "marca" —murmuró Marcos, pasando los dedos por una hoja llena de fórmulas—. Los sujetos que eran seleccionados mostraban un patrón único en la piel, una especie de red que se activaba bajo condiciones extremas.Kai se inclinó para ver los documentos.—¿Y eso significa que...? ¿Que podríamos estar marcados nosotros también?Lía miró el papel con detenimiento, sus ojos buscando respuestas en las líneas garabateadas.—Si es cierto, entonces nuestra lucha no es solo por detener el virus, sino por preservar nuestra esencia. No dejemos que este destino impuesto nos borre.
Mientras debatían, una alarma se activó repentinamente, rompiendo la calma del laboratorio. Las luces parpadearon violentamente y un tono agudo inundó el espacio.—¡Atención! —gritó Roldán, levantándose de un salto—. Alguien ha activado el protocolo de seguridad.
Un murmullo de alarma se extendió por el edificio, y el suelo vibró ligeramente. Kai miró a su alrededor, con la mano en el empuñadura de su machete.—¿Quién podría haber hecho esto? —preguntó, con voz tensa.
Antes de que alguien pudiera responder, un panel de la pared se abrió de golpe, revelando un pasillo oscuro lleno de escombros y cables sueltos. De ese pasillo emergió una figura encapuchada. Su rostro estaba parcialmente oculto por sombras, pero lo que más llamó la atención fue el destello de algo brillante en su mano.—¡Deténganse! —la figura exclamó con una voz profunda y modulada—. Este lugar es sagrado. No están autorizados a perturbar los secretos del Eclipse.
El grupo se detuvo, confuso y alerta. Roldán dio un paso adelante: —¿Quién eres y qué quieres?La figura se apartó la capucha, revelando un rostro delgado, con ojos penetrantes y una cicatriz que recorría su mejilla.—Mi nombre es Esteban, y he venido a advertirles. Los experimentos en este laboratorio no han terminado. El virus Eclipse se ha transformado, y aquellos que tratan de controlarlo están despertando fuerzas que ni siquiera pueden imaginar.Lía se volvió hacia Esteban, con voz baja y seria: —¿Qué clase de fuerzas?Esteban miró a cada uno del grupo, y luego respondió: —Fuerzas que han sido selladas durante años, pero que ahora, debido a la ambición y al caos, comienzan a liberarse. Y si no se toman medidas, el Bastión y todo lo que queda de la humanidad caerán en la oscuridad.
El ambiente se volvió aún más tenso.—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Marcos, con la voz temblorosa pero firme.Esteban suspiró: —Debemos sellar este laboratorio. Destruir todos los registros y artefactos que puedan ser usados para manipular el virus. Es la única forma de detener el avance del Eclipse.Kai frunció el ceño, sintiendo la carga de la responsabilidad: —¿Y qué hay de la "marca"? ¿Cómo sabemos quién está destinado a ser parte de esta nueva era y quién no?Esteban se quedó en silencio por un momento antes de responder: —No lo sabremos hasta que sea demasiado tarde. Pero debemos actuar ahora.Lía, mirando a Kai, dijo suavemente: —Tal vez, en el proceso, descubramos algo sobre nosotros mismos.Kai asintió, con una mirada que combinaba temor y determinación.—No permitiremos que el Eclipse defina nuestro destino.
La conversación se prolongó en un intercambio de ideas y temores, con cada miembro del grupo aportando sus inquietudes. Mientras discutían, las voces se mezclaban con el retumbar lejano de la maquinaria antigua y el zumbido de la energía que emanaba del pasillo abierto.—Si sellamos este laboratorio, podríamos detener los experimentos —dijo Roldán—. Pero también podríamos perder toda la información que nos ayude a entender el virus.—Es un riesgo que debemos tomar —afirmó Ana, con voz resuelta—. Sin conocimiento, no hay esperanza de reconstrucción.Kai miró a Lía, y en sus ojos vio la determinación de una mujer que había soportado demasiado.—Juntos, lo haremos —dijo él—. Sea lo que sea que encontremos, nuestra unión es lo único que nos mantendrá firmes.Lía asintió, apretando suavemente la mano de Kai.—Cada respuesta tendrá un precio. Pero debemos pagar ese precio si queremos forjar un futuro mejor.
Con el plan trazado, el grupo se preparó para sellar el laboratorio. Mientras se dispersaban para recoger los materiales necesarios, Esteban se acercó a Kai y Lía en un pasillo apartado.—Hay algo más —dijo en voz baja—. Recientemente, he notado que algunos supervivientes muestran marcas en la piel, patrones que no pueden ser simplemente cicatrices. Creo que son el resultado de la exposición al virus en su forma evolucionada.Kai frunció el ceño: —¿Marcas? ¿Cómo se ven?Esteban sacó una pequeña tableta de su chaqueta y mostró imágenes de sujetos con patrones geométricos brillando débilmente en su piel.—Miren esto —dijo—. Se parecen a redes o circuitos. Algunos dicen que es la "marca del Eclipse".Lía examinó las imágenes con atención, y luego levantó la mirada hacia Kai: —¿Tú has sentido algo así?Kai dudó por un instante, recordando aquella sensación extraña en su piel, especialmente cuando la niebla se espesaba.—A veces... sí. No estoy seguro de qué significa, pero me hace pensar que tal vez estemos... marcados de alguna manera.Lía se acercó, posando su mano suavemente sobre el brazo de Kai: —Si estamos marcados, quizás eso signifique que tenemos la capacidad de resistir o incluso controlar el virus.Kai miró a Lía con una mezcla de esperanza y temor: —O podría significar que estamos condenados.La incertidumbre se apoderó de la conversación, pero la determinación de ambos era inquebrantable.
The most uptodat𝓮 n𝒐vels are published on freёnovelkiss.com.
La expedición al laboratorio se alargó en un silencio tenso, interrumpido solo por las conversaciones ocasionales y los sonidos lejanos del Bastión. Al final del día, con la oscuridad volviendo a envolver el lugar, el grupo se reunió de nuevo en la sala principal.Roldán habló con voz firme: —Esta noche descansaremos, pero mañana, al amanecer, partiremos a sellar el laboratorio y desmantelar los experimentos.Mientras cada uno se dispersaba a sus aposentos, Kai y Lía se quedaron en el umbral de la sala, mirando las sombras que se movían lentamente en las paredes.—Lía, —dijo Kai en un susurro—, lo que hemos vivido hasta ahora me hace pensar que nuestro destino está escrito en estas cicatrices.Lía asintió lentamente: —No importa lo que encontremos, debemos mantenernos juntos. Sin importar las marcas, sin importar lo que seamos, lo que compartimos es nuestra fuerza.Kai tomó su mano, y por un momento, el mundo exterior pareció desvanecerse, dejando solo la promesa de un mañana incierto pero forjado por su determinación.—Mañana enfrentaremos la oscuridad —dijo él, con voz serena—. Y pase lo que pase, encontraremos la forma de iluminarla con la verdad.Lía sostuvo su mirada, y en ese silencio se selló su juramento silencioso, un compromiso que superaba el miedo y el dolor.
Mientras la noche caía, la expedición se preparaba para partir al amanecer. Cada uno llevaba en su interior la promesa de luchar contra el Eclipse, de descubrir la verdad oculta en las profundidades del laboratorio y de, tal vez, romper el ciclo de destrucción que amenazaba con consumirlo todo.
Con el sonido lejano de alarmas y el retumbar de pasos, Kai y Lía se retiraron a sus aposentos, sabiendo que el día siguiente marcaría el comienzo de la fase más oscura y decisiva de su odisea. En la penumbra, mientras el Bastión se sumía en un silencio expectante, sus voces se unieron en una última promesa:
—Siempre juntos, pase lo que pase.
El eco de esa promesa se fusionó con el murmullo de la noche, sellando el destino del grupo mientras el amanecer se asomaba lentamente en el horizonte.